Una vez recuperado el coche de su ingreso hospitalario lo celebramos con una estupenda barbacoa y emprendimos el regreso a casa.
Apenas fueron 50 km, pero reconozco que al principio me costó. ¡Ya no me acordaba del tacto del peloto.! Volver a descubrir que el pedal del freno tiene recorrido y eres realmente tú el que frenas el coche y no el servofreno… Esa sensación de tocar el suelo con el volante… Vamos: ¡Volver a descubrir la auténtica sensación de conducir! :))
Precisamente por eso estuvimos dando unas cuantas vueltas por caminos y carreterillas poco frecuentadas hasta volver a cogerle el punto al coche. La verdad es que es en estas vías donde el Seilla se porta como un rey y se disfruta especialmente su conducción.
Una vez ya en la autovía hicimos el recorrido yendo entre 85 y 95 km/h. La temperatura genial y el motor iba suave, redondo… ¡y escandaloso! Vamos, como siempre :))
¿Y esa sensación de la gente girándo la cabeza asombrada al adelantarte? ¡Es genial! 🙂
¿Y qué hacer el lunes siguiente si hay que hacer algunas compras por el barrio?
Pues sacar a pasear a la bestia, presumir de palmito y disfrutar de la compañía. Aquí puede observarse a una aprendiza de roba-seiscientos intentando abrir la puerta sin mucho éxito 🙂