Hay muchos seatones que llevan el hueco del motor tan limpio que se podría comer ahí dentro. Yo no aspiro a tanto, pero reconozco que en mi seiscientos, entre los depósitos de grasa que había en el bloque motor, debajo de la bomba de agua podría haberse encontrado algún fósil del homo antecesor 🙂
Por eso he querido aprovechar la ocasión, limpiar un poco y sacar algo de brillo.
La mayoría de la gente dice que lo mejor es rociarlo todo con KH7 u otro desdengrasante fuerte y meterle la Karcher.
Como yo suelo trabajar dentro de mi garaje, si hago eso me quedo sin suelo, así que opté por ir un poquito más despacio y hacerlo de manera más delicada.
Ahora que la chapa bajo motor, la bomba de agua, el radiador y la dínamo estaban quitados, era mucho sencillo proceder a darle una manita. Así que protegí el suelo poniendo un cartón grande, unas hojas de periódico encima y un plastico para que no calara.
Lo siguiente no tiene mucho misterio: Espray limpiamotores de Kraft por aquí, antigrasas del Mercadona por allá, un poqito de amoniaco y mistol para probarlo todo, brochas, estropajos, destornilladores para apalancar las costras más gordas…
Y es que no hay nada mejor que hacer arqueología seiscientera. Limpiando y limpiando, levantando capas de roña, verifiqué la realidad de una leyenda urbana que había leído por algún sitio: Que debajo de la costra de grasa, en la parte derecha del bloque motor, podía leerse el año de fabricación del mismo. ¡Y era verdad!
Pero lo mejor de todo es que el suelo no sifrió ninguna mancha y ahora vuelve a verse algo del color rojo del bloque motor, y puedes tocarlo (casi) todo sin ponerte tiznado de grasa
¡A ver cuanto aguanta así! 🙂
Renovando el circuito de refrigeración del seiscientos