Después del calentón absurdo del otro día y ya puesta la chapa bajo motor, era el momento de colocar las bisagras deslizante que compré.
La idea es que estas bisagras, al abrir el portón por arriba, permiten que el aire que circula por el techo y desciende por la parte trasera del seiscientos, entre a saco en el compartimento del motor y ayude a ventilarlo, saliendo una buena parte por el hueco del radiador. Creo que es un sistema más efectivo que el que abre el portón por la parte inferior, a lo rally, por que yo lo que busco no es efecto «alerón», si no efecto «refrescón».
Lo que más miedo me daba era quitar el pasador de las bisagras actuales, pero la verdad es que resultó muy sencillo, con un pequeño botador un pelín más fino que el pasador, un par de golpes y arreglado.
Si vais a hacerlo ¡Cuidado! por que solo puede salir por uno de los dos lados, el otro está un poco remachado.
Una vez sueltos los pasadores y liberado el portón, me lo llevé a la mesa para poder limpiarlo bien por dentro, entre las rejillas de ventilación, bajo la chapa que proteje de agua al delco… por todas partes.
Antes de atornillar las nuevas bisagras, y para evitar apoyara chapa sobre chapa, les hice una pieza de plástico fino para interponerla entre ellas. El único «pero» que podría tener esto es que luego no hicieran buena masa y tuviera problema con la luz de la matrícula.
Ya que lo tenía desmontado quité el plafón de la luz y lo limpié bien por dentro. Al montarlo aproveché para repasar y aislar el cable, que tenía una capa de cinta aislante increible ¡Parecía una pegajosa manguera de riego negra! Quité toda la cinta viena, verifiqué el cable estuviera bien, puse una única capa de cinta nueva para evitar que la goma vieja estuviera al aire, reconduje el cable por sus pestañas originales, lo conecté y funcionando. ¡Otro gran éxito! Bueeeeeno, vale, otro mini-éxito, por que la verdad es que esto fue facilón 😉
El Antes y el después